Me frustra tanto, el no poder encontrar las palabras adecuadas y precisas, para expresarte este mundo de sentimientos que me haces sentir al solo verte a los ojos.

domingo, 26 de junio de 2016

Ven y devuelveme las ganas de luchar por mi, por mi misma y mi felicidad.

Hola, ¿Qué tal?
Ya, ya se que hace mucho tiempo que no hablamos, pero me sigo acordando de ti y me interesa saber que tal estas, si te van las cosas bien o si te van mal, aunque espero que te vayan muchísimo mejor que a mi.
Verás, desde que te fuiste nada va bien. Supongo que como a todos, que tenemos problemas en nuestras vidas. Y es que un día malo lo puede tener cualquiera pero... ¿Tantos?
Cada vez todo se vuelve mas difícil de sobrellevar. Y no es que me guste sentirme así, pero no sé como salir de toda esta mierda que me rodea.
Que a lo mejor no soy tan fuerte como me hiciste tú creer, pero es que duele pasar por todo y tener que soportarlo sola, sin contarle nada a nadie por que ya bastante tienen los demás con sus problemas. Duele que no deje de haber problemas en casa (como en todas supongo) pero es que me satura que mis padres no se aguanten y aun menos que no  me aguanten a mi, con mis idas y venidas, pero con su misma sangre y eso a veces se les olvida.
También me duele que me remplacen tan fácilmente o que ni si quiera me hayan querido (quiero pensar que tú sí lo hiciste). Duele confiar y que te fallen. Duele sentirse sola. Duele no importarle a nadie. Duele ser invisible ante los ojos de todo el mundo, de no saber de nadie si no eres tu quien envía un mensaje primero. Duele querer pedir ayuda pero no saber como hacerlo y mientras te pasas horas y horas llorando en casa, sales de casa con una sonrisa de oreja a oreja pero con las piernas temblando. Ya sabes tu lo que significaba cuando la pierna empezaba a temblar. Significaba que algo no iba bien (o directamente nada) que me pongo nerviosa y que tengo ganas de llorar. Pero te dabas cuenta y te parabas en seco, me mirabas fijamente a los ojos y me preguntabas que qué pasaba y es ahí cuando yo me derrumbaba, pero en tus brazos, no como ahora, que me siento en la pared de mi habitación, sola, para que no se derrumbe nada más.
Cómo lo echo de menos.
Y podría seguir horas y horas pero es que duele llegar a un punto en el que ya no puedes más, en el que ya no tienes fuerzas para seguir, para luchar, para siquiera intentarlo.
Desde que me levanto siento como el mundo se me viene encima y es que joder a veces (siempre) necesito un abrazo donde sentirme como en casa.
Realmente tengo ganas de dejar de sentirme así. Quiero dejar de hacer ver que estoy bien mientras estoy hecha trozos por dentro. Quiero volver a ilusionarme aunque sea por algo.
Me acojona que pase el tiempo y que yo siga sin encontrarme, sin saber que es lo que me merezco.
Solo necesito que tu vuelvas y me digas que todo va a estar bien, que tu vas a estar sujetándome por si me caigo aunque ya no pueda ser lo mismo que era antes, pero que te importo y que me tienes cariño, que en parte me sigues queriendo, que no me has olvidado del todo pero que eres feliz con lo que tienes ahora y así por lo menos empezare a tener una razón por la que empezar a ser feliz, de verdad, como lo fui contigo.
Ven, abrázame y rompeme todos los miedos, todas las tristezas.
Ven y devuélveme las ganas de luchar por mi, por mi misma y mi felicidad.

jueves, 16 de junio de 2016

Sin rumbo.

Hace tiempo que lo di todo por una persona y desde entonces no he vuelto a ser la misma. ¿Como vas a serlo si te roban el corazón, lo maltratan, lo rompen, lo pisotean y luego te lo devuelven otra vez? Para eso que se lo queden, por que un corazón roto no sirve de nada. Y encima te dejan con el trabajo de volverlo a recomponer, pero eso a veces es imposible, varias piezas se pierden por el camino y el corazón no vuelve a ser el mismo.
Siempre me he considerado una chica valiente, independiente, segura de si misma, pero de repente un día, aparece alguien que hace que todo mi mundo se desmorone, que tenga miedo hasta de cruzar la calle en rojo, que me haga dudar de si seré lo suficiente buena para el o no y que me haga depender hasta de su respiración.
Deberíamos dejar de depender de la gente y empezar a depender solamente de nosotros mismos, dejar de querer sin limites a quien nos quiere solo para un tiempo y empezar a aprender a ser felices sin tener a nadie agarrando nuestra mano.
Lo di todo por quien era mi día a día, mi razón de ser, mi felicidad constante. Teníamos buenas y malas rachas, pero creerme que las malas rachas a su lado no eran nada como las que tengo que soportar yo ahora sola. Pero un día, la felicidad se evapora, el cariño desaparece y el amor termina (o nunca lo hubo, eso es algo que solo lo sabe él) y te quedas mirándote al espejo pensando '¿Y ahora qué?' Bueno, pues ahora tienes que seguir adelante, sí, sin él, tú sola, como lo habías hecho hasta ahora. Pero no, tu corazón (o lo poco que queda de él) no esta por la labor, Y sigues ciegamente enamorada de él. Y él lo aprovecha para tenerte ahí cuando quiera. Y tú sigues detrás, pero pasa el tiempo y abres los ojos y te das cuenta de las cosas, y piensas que alguien que te quiere no te puede tratar así, pero, ¿Sabes que es lo peor? Que sí hay peor ciego que el que no quiere ver, y es el que abre los ojos y los vuelve a cerrar. Y eso hice yo, y así me fue, cuesta bajo y sin frenos.
Y llegas a un momento de tu vida, que te ha dolido tanto algo (o alguien) que te cierras en banda, pierdes el brillo de los ojos, dejas de sonreír de la misma manera que lo hacías antes y te pierdes. Pierdes completamente el rumbo de tu vida, haces las cosas por que sí, no por que tengas placer por hacerlas. Y te conviertes en alguien que no conoces. Qué triste es no conocer quien eres realmente.
Y cuando te das cuenta, intentas reencontrarte de nuevo, volver a ser lo que fuiste una vez, pero te faltan piezas, te falta ilusión, amor, felicidad y te sobra mucho, pero que mucho dolor. Y sigues perdida esperando a que alguien vuelva a por ti.

lunes, 13 de junio de 2016

Esto va por tí, salvavidas.

Los amores bonitos son esos,
los que llegan cuando no tienes ganas de nada, y te hacen sentir como a todo.
Y tu llegaste cuando menos viva estaba.
Llegaste como un ángel llega a la hora de la muerte, para llevarte a una mejor vida,  un mejor lugar. Llegaste cuando estaba a punto de morir para hacerme sentir viva de nuevo.
Me enseñaste lo que era reír por gusto y no por aparentar, me enseñaste las cosas pequeñas de la vida como es el olor a café por las mañanas, el olor a tormenta un día de invierno, el placer de bañarse en el mar en pleno enero, la risa de un niño, y también la de su madre, tener un momento de silencio a solas, levantarse el sábado a la mañana y darse cuenta de que es fin de semana, comer chocolate, el olor del pan recién horneado, el olor a hierba recién cortada, el olor de las paginas de un libro viejo, admirar un atardecer, un amanecer y el cielo estrellado, leer un libro al lado de la chimenea, dar un abrazo de esos que te reconfortan, sonríes y cierras los ojos, el primer beso, el segundo, el tercero y todos los demás, tener ganas de comerte el mundo, de comerte a ti, del sexo, del placer de mirarte a los ojos y ver que todo va a ir bien, de quererte, de tenerte, de abrazarte y no soltarte.
Y es que el amor a veces mata, pero otras veces es nuestro salvavidas.
Eres ese poema que te salva cada noche y sus versos tienen complejo de tirita de doble capa.
Y te aseguro que no he podido encontrar casualidad mas bonita que tú.
"La lluvia es una señal mas de salir a bailar", y ojalá bailemos juntos por mucho mas tiempo.
Esto va por tí, salvavidas. 

miércoles, 8 de junio de 2016

4 meses y 12 días.

Desde que te fuiste, los días se me pasan mas lentos, una hora deja de ser 60 minutos para convertirse en una eternidad. 
Me siento todos los miércoles, viernes y domingos en el sofá, a mirar el reloj, a la misma hora de siempre, a la hora del té, ese té que solíamos tomar juntos, con poco azúcar como a ti te gusta, y las agujas del reloj parece que no avanzan, las horas se me hacen eternas, todo lo contrario a lo que me pasaba estando a tu lado, cuando nos faltaban horas para estar juntos. Y ahora mírame, estoy aquí sentada en el sofá perdiendo el tiempo, tiempo que no va a volver jamás, ese tiempo que siempre nos ha faltado, mirando a un estúpido reloj.
Desde que te fuiste y ya no me despierto contigo al otro lado de la cama, he dejado de abrir las persianas para que entre el sol mientras rechistas y ver lo bonito que estas dormido soñando en qué sé yo, pero espero que en mi... Y que todavía lo sigas haciendo.
Desde que te fuiste, ya no miro escaparates cuando voy andando por la calle en busca de un vestido nuevo para ponerme en todas esas cenas especiales, o en el regalo perfecto para sorprenderte un día normal, nada especial, por que si, por que te quería y todavía lo sigo haciendo, solo camino con la cabeza agachada pensando que estarás haciendo en ese momento, si estarás comiendo un helado de nuestro sabor favorito, si estarás haciéndole bromas a otra chicas hasta que se enfada y la recompensas a besos para que te perdone, como hacia yo, o si estarás caminando por la calle con la cabeza agachada escuchando nuestra canción mientras tu también piensas en mi.
Desde que te fuiste he dejado de cocinar todas y cada una de tus comidas favoritas. Hace ya 4 meses y 12 días (el tiempo exacto desde que ya no estamos juntos) desde que no como tortitas para desayunar, ni ceno pizza en una de nuestras noches de películas, tan nuestras... Esas noches que acabábamos debajo de las sabanas gimiendo al unisono, con la espalda marcada de pasión desenfrenada...
Desde que te fuiste, no te voy a mentir, he salido alguna vez a bailar pero no, no era lo mismo bailar contigo que bailar sola, no era lo mismo ver como chicos mediocres me miraban en medio de la discoteca, nada que comparar a como me mirabas tú, esa mirada que se que no voy a encontrar en ningún otro sitio que no sea en tus ojos.
Desde que te fuiste he dejado de hacer tantas cosas, que solo soy un río que sigue su cauce sin saber a donde va ni el por qué sigue nadando entre la corriente hasta desembocar al mar, mar que me recuerda al color de tus ojos, mi lugar preferido para perderme.
Ojala vuelvas, por que desde que te fuiste me sobra media almohada, media cama, todos los sobres de té que compré para ti, el reloj del salón, mis zapatos de baile y me sobra todo el tiempo que ya no pasamos juntos.
Me sobra el sol de las mañanas, las estrellas que solíamos mirar por la noche, los días de manta y sofá, el olor a lluvia que tanto adorabas, me sobran las películas de amor, de risa y de miedo, ya no tengo quien me abrace cada vez que me asusto.
Desde que te fuiste me duele aquí, ahí,
 y ahí justo en la parte izquierda del pecho
 y desde que te fuiste me sobra todo 
y solo me falta un cosa.